Cuarto grado: es un año crucial para los niños. A medida que su desarrollo cognitivo y hormonal se acelera, comienzan a producir reflexiones más profundas sobre sí mismos y los demás, forman amistades complejas y enfrentan nuevas emociones. La consciencia de sí mismos se agudiza, la aprobación de los compañeros comienza a importar más, y preguntas como “¿Por qué no puedo hacer eso?” se vuelven más frecuentes en casa.
Sin embargo, durante este tiempo, muchos todavía carecen del lenguaje o las herramientas para expresar lo que están sintiendo. Por eso, esta etapa puede ser un momento ideal para presentar la terapia, como una forma proactiva de desarrollar estrategias de afrontamiento y fortalecer las habilidades de comunicación antes de la pubertad y los altibajos emocionales de la escuela secundaria.
Por supuesto, cada niño se desarrolla a su propio ritmo. Es posible que su hijo ya se encuentre en esta etapa o que le parezca que aún le falte mucho para llegar. Está bien. El crecimiento emocional es diferente para cada persona, y existe más de una manera de brindar apoyo. Lo más importante es conectarse con los niños en la etapa en la que estén.
El cuarto grado podría ser el momento ideal para la terapia.
¿Qué hace al cuarto grado tan único?
Aunque los estudiantes de cuarto grado empiezan a buscar su lugar en la sociedad y a compararse con sus compañeros, todavía están aprendiendo a gestionar la frustración y a expresar sus sentimientos. Están comenzando a lograr lo siguiente:
- Comprender conceptos abstractos como la empatía, la equidad y la justicia.
- Vincular el esfuerzo con los resultados, lo que puede aumentar la motivación, pero también la ansiedad.
- Preocuparse más por la aprobación de sus pares, lo que la dinámica social sea más sensible.
- Criticar a los demás y a sí mismos a medida que se vuelven más conscientes de sí.
- Comprender la permanencia de la pérdida y el cambio, incluida la muerte.
Esta mezcla de madurez cognitiva y vulnerabilidad emocional convierte al cuarto grado en un punto crucial para la intervención. Para muchos estudiantes, la terapia puede marcar una diferencia duradera.
La docente de 4.º grado, Sarah, lo expresó de la siguiente manera:
“En ocho sesiones [de Hazel], observé a niños comprender realmente esos puntos de conversación y esas estrategias para reajustarse y cambiar de dirección. No tiene por qué ser un proceso a largo plazo. Si un niño necesitara gafas, no le diría que no puede usarlas. En este momento de su vida, antes de que las hormonas se manifiesten, es de verdad valioso tener el lenguaje y las capacidades de afrontamiento establecidas”.
- Sarah Daunis, docente de 4.° grado, Distrito Escolar Unificado de Santa Mónica-Malibú
Gestión de un nuevo panorama social
El cuarto grado suele ser el momento en que los niños empiezan a hacer preguntas más complejas, no solo sobre el mundo, sino también sobre su lugar en él. Comienzan a navegar por círculos sociales más matizados y a prestar más atención a quién está incluido, quién queda afuera y cuál es su posición en la dinámica. Este es el año en que la comparación aumenta: “¿Por qué no me invitaron?” o “¿Por qué ella puede hacer eso y yo no?”.
Las amistades se vuelven más complejas y comienzan a formarse grupos. Los niños comienzan a probar nuevas versiones de sí mismos para integrarse. Estos cambios pueden generar sentimientos de exclusión, inseguridad y ansiedad, en especial, cuando los niños aún no tienen las herramientas para procesar estas experiencias o hablar sobre ellas. Sin apoyo, la presión de pertenecer puede empezar a afectar la salud mental y reforzar la necesidad de una intervención temprana y accesible.
El desarrollo de habilidades de afrontamiento para un impacto duradero
El alfabetismo emocional de un estudiante de cuarto grado todavía se está desarrollando: está aprendiendo a gestionar la frustración, procesar la decepción y expresar lo que necesita. Siente emociones intensas, pero no siempre puede nombrarlas o gestionarlas.
La terapia les ofrece a los niños herramientas para comprenderse a sí mismos, gestionar las relaciones y desarrollar confianza. Les otorga el lenguaje para identificar lo que sienten y las estrategias para gestionar esos sentimientos.
Cuando los estudiantes aprenden estas habilidades en cuarto grado, es más probable que las lleven a la escuela secundaria, la escuela preparatoria y más allá.
Cómo podría ser la terapia con un estudiante de cuarto grado:
- Basada en el juego: juegos, arte o narración de historias para ayudar a los niños a expresar sus sentimientos.
- Identificación de las emociones: aprender a reconocerlas y hablar de lo que sienten.
- Habilidades de afrontamiento: practicar la respiración profunda, la atención plena o la escritura en un diario personal.
- Desafíos entre pares: situaciones sociales de juego de roles para desarrollar la confianza.
- Empatía y perspectiva: se explora cómo podrían sentirse o reaccionar las amistades, los compañeros y familiares.
- Refuerzo de la confianza: centrarse en las fortalezas y en las pequeñas victorias.
“Se derivó a un estudiante de 4.º grado a la terapia de Hazel para desarrollar la confianza, gestionar las relaciones con sus compañeros y trabajar en la regulación emocional. Al concluir [la terapia], compartió que se sentía triste porque la terapia estaba terminando, pero sentía orgullo de haber alcanzado su objetivo de aprender habilidades de afrontamiento. La pastelería fue una de las estrategias favoritas; me dijo que le ayuda a mantener la calma y la concentración, e incluso memorizó una receta completa de galletas, ¡la cual recitó durante nuestra última sesión! Sus padres también notaron una gran mejora en cómo expresa y gestiona sus emociones. ¡Me enorgullece mucho todo lo que logró!”. Zoe, terapeuta de Hazel, presta servicio en los distritos escolares de Misuri
Hazel ofrece un espacio de apoyo para los estudiantes que tal vez muestren signos de que necesitan ayuda, ya sea retraimiento, falta de atención o cambios en la energía o el comportamiento. Si bien no todos los estudiantes necesitarán terapia continua, se los puede derivar a todos. Nuestros terapeutas de admisión evalúan las necesidades de cada estudiante y recomiendan el nivel adecuado de ayuda, desde el desarrollo de habilidades a corto plazo, hasta la atención continua.
Entonces, ¿es el cuarto grado realmente el mejor momento para comenzar con la terapia?
Sí. El cuarto grado se encuentra en la intersección de la toma de consciencia y la adaptabilidad. Es cuando los niños empiezan a pensar de manera crítica, a tener sentimientos profundos y a cuestionarse quiénes son en el mundo. Además, es cuando todavía son lo suficientemente jóvenes como para aceptar ayuda, probar nuevas herramientas y construir la base emocional que necesitarán a medida que crezcan.